Habíamos leído de que hay unas montañas en la Tierra llamadas volcanes, que cuando se enfadan escupen fuego. Así que, como somos unos alienígenas muy aventureros, nos pusimos de nuevo en ruta para ir a ver uno de cerca. Nuestro primer objetivo era el monte Taranaki, de 2.805 metros de altitud, y al que también llaman monte Egmont.
Por el camino paramos en la playa en Mokau, donde pudimos ver por primera vez unos tímidos pajarillos que llaman ostreros, os podéis imaginar porqué.



Tras pasar por la costa volvimos al interior, después de hacer unas compras en New Plymouth y descubrir el pollo asado, que nos acompaña desde entonces como plato en nuestro menú semanal. Finalmente, al atardecer, tras recorrer una carretera que parecía llevar a ninguna parte, llegamos a la zona de acampada dónde se podía disfrutar de unas vistas impresionantes del volcán.

Esa noche, a pesar de hacer un frío infernal, estuvimos un buen rato disfrutando de un cielo tan claro y estrellado ¡que hasta pudimos divisar nuestro planeta!

Cómo la subida a la cima del Taranaki es sólo para alpinistas expertos, nos conformamos con hacer alguna excursión por los alrededores disfrutando de la vista del volcán desde lejos, y de algunos rincones como las cascadas Dawson.



Pero a pesar de que el paisaje valía la pena, nosotros teníamos ganas ver un volcán de cerca. Llegar hasta el cráter de uno nos hacía especial ilusión. Así que al día siguiente nos pusimos de nuevo en marcha para intentar nuestro objetivo en otro volcán más asequible, el Tongariro.
Hicimos un largo pero agradable camino hasta la zona del Tongariro National Park, parando a sacar fotos y estirar las piernas cada pocos kilómetros, ya que con estos paisajes tan verdes, cualquier rincón invita a ello.

Teníamos pensado hacer el Tongariro Alpine Crossing, un trekking de 19,4 Km y 1.196 m de desnivel que se hace en 7-8 horas y que es sólo de ida, lo que suponía tener que contratar un shuttle bus que nos devolviera al punto de inicio, y que costaba unos 30$. Pero a nosotros no nos apetecía pagar por meternos en un autobús con 50 terrícolas japoneses, y hacer la ruta con ellos, además de que corríamos el riego de ser descubiertos. Así que pensamos en dejar a nuestra Campervan Rocket en el párquing del punto de inicio, llegar al Red Cráter que era más o menos la mitad del trayecto y el punto más elevado desde donde se ven unos lagos muy fotogénicos, y una vez llegados allí, deshacer el camino hasta el párquing. Pero estos terrícolas lo tienen todo pensado y en el párquing sólo te dejan estacionar 4 horas. La noticia nos desanimó bastante, ya que suponía hacer 18,4 km en 4 horas, ¿sería una misión imposible?

A la mañana siguiente nos levantamos temprano pero el tiempo no acompañaba. Había llovido toda la noche y habían bajado las temperaturas. No sabíamos qué hacer, ya que tampoco podíamos esperar hasta el día siguiente, ya que la previsión era aún peor: bajada de temperaturas en picado, viento y nieve a los 1.100m. Así que decidimos aventurarnos y en todo caso, volver si el tiempo empeoraba. Pero tuvimos suerte y el tiempo no sólo no empeoró, sino que mejoró. El sol nos acompañó casi todo el camino y pudimos disfrutar de unos paisajes que aquí los terrícolas decís que os recuerdan a los de Marte pero creednos, nosotros hemos estado y no le encontramos el parecido, la verdad.





La experiencia fue bastante dura, no nos engañemos, pero conseguimos nuestro objetivo en tan sólo ¡4 horas y media! Y aunque nos pasamos media hora del límite de estacionamiento, no nos multaron. Bueno de hecho, no sabemos de qué manera controlan el tiempo que te estás en el párquing, porqué allí no vimos nunca a nadie controlando…
Finalmente volvimos a nuestra zona de acampada libre, a disfrutar de nuestras vistas del Tongariro y orgullosos al pensar, ¡yo estuve allí!

Ben fet això de no agafar el shuttle bus, sou uns cracks del trekking! Jo de gran vull ser com vosaltres 🙂
Hahahaha! Què va, vosaltres sí que sou uns cracks que vau fer el Milford Track! Sobretot per suportar les maleïdes sandflies! 😫